JORNADA MUNDIAL DE LOS POBRES
El día 19 de noviembre de este año
2017 se celebrará la I Jornada Mundial de los Pobres, bajo el lema “No amemos
de palabra sino con obras”. Estas palabras, tomadas de la primera carta de Juan,
nos advierten que el amor no admite excusas, especialmente cuando se trata de
amar a los pobres.
Ya sabemos que en la primera comunidad
cristiana de Jerusalén, los hermanos trataron de practicar la comunión de
bienes. Y que la carta de Santiago pregunta de forma incisiva: “¿Acaso no ha
elegido Dios a los pobres del mundo para hacerlos ricos en la fe y herederos
del reino, que prometió a los que le aman?”
El papa Francisco reconoce que en
algunas ocasiones, los cristianos se han dejado contaminar por la mentalidad
mundana. Pero nos recuerda que el Espíritu Santo ha suscitado hombres y mujeres
que de muchas maneras han dado su vida en servicio de los pobres. Entre ellos
destaca el ejemplo de san Francisco de Asís.
Según el Papa, no basta comprometerse
con una obra de voluntariado ni realizar algunos gestos de buena voluntad para
tranquilizar la conciencia. Es preciso un verdadero encuentro con los pobres y
dar lugar a un compartir que se convierta en un estilo de vida.
Es más, “si realmente queremos
encontrar a Cristo, es necesario que toquemos su cuerpo en el cuerpo llagado de
los pobres, como confirmación de la comunión sacramental recibida en la
Eucaristía. El Cuerpo de Cristo, partido en la sagrada liturgia, se deja
encontrar por la caridad compartida en los rostros y en las personas de los
hermanos y hermanas más débiles”.
Pero tampoco basta acercarse a los pobres. Hay
que aprender de ellos. De hecho, la pobreza
significa un corazón humilde que sabe aceptar la
propia condición de criatura limitada y pecadora para superar la tentación de
omnipotencia. Es una actitud del corazón. Es la medida que permite valorar el
uso adecuado de los bienes materiales.
Los muchos rostros con los que la pobreza nos
desafía a diario nos recuerdan que la
pobreza no es una casualidad. En ella podemos ver el
fruto de la injusticia social, la miseria moral, la codicia de unos pocos y la
indiferencia de muchos.
Al instituir esta nueva Jornada, el
Papa desea que estimule una vez más a los creyentes a reaccionar ante la
cultura del descarte y del derroche, haciendo suya la cultura del encuentro. Además
invita a todos, independientemente de su confesión religiosa, a compartir sus
bienes con los pobres a través de cualquier acción de solidaridad, como un signo
concreto de la fraternidad universal.
Es interesante leer las iniciativas concretas
que en su mensaje sugiere a las comunidades cristianas para una fructuosa
celebración de esta nueva Jornada Mundial de los Pobres. En la última frase se
nos recuerda que “los pobres no son un problema, sino un recurso al cual acudir
para acoger y vivir la esencia del Evangelio”.
José-Román Flecha Andrés