TRES TAREAS POSIBLES
Hoy valoramos las ideas por la utilidad que nos reportan.
En el marco del octavario de oraciones por la unidad de los cristianos poco
vale pensar en los daños que se han seguido de la desunión. Es mejor
preguntarnos qué ventajas se seguiría de una mayor unidad entre los discípulos
de Jesucristo.
Sabemos que el Espíritu puede derramar sobre nosotros una
lluvia de dones. Como ejemplo de estos dones, el Papa Francisco menciona la
colegialidad y la sinodalidad de los cristianos ortodoxos.
• ¿Qué significa la “colegialidad”? Según el Catecismo de
la Iglesia Católica, “es propio de la naturaleza sacramental del ministerio
eclesial tener un carácter colegial” (n. 877). Retomando las palabras de
Concilio, nos recuerda que el colegio o cuerpo de los obispos “es también
sujeto de la potestad suprema y plena sobre toda la Iglesia, que no se puede
ejercer a no ser con el consentimiento del Romano Pontífice” (n. 883).
• El otro don mencionado por el Papa Francisco es la
“sinodalidad”. La palabra griega “sínodo”
significa originalmente “camino compartido”. El hecho de caminar juntos.
Es un espíritu más que una institución. Los hermanos ortodoxos lo han
desarrollado ampliamente. Y el Papa piensa que también la Iglesia Católica
puede aprender de ellos este modo de comprenderse a sí misma y de ir haciendo
camino.
Pues bien, todos podemos compartir los dones que nos han
sido concedidos. La Iglesia Católica puede ofrecer un modelo de universalidad
en la fe y en el espíritu pastoral. En cambio, nuestros hermanos de las
Iglesias ortodoxas pueden ayudarnos a vivir la experiencia de la colegialidad y
de la sinodalidad.
• Por otra parte, el Papa Francisco había ya insinuado la cooperación que debe
animar a todos los cristianos de todas las confesiones en el compromiso de promover el respeto a la
casa común: “La tierra es nuestra casa común y todos somos hermanos… Todos los
cristianos, también los Pastores, están llamados a preocuparse por la
construcción de un mundo mejor” (EG 183).
El Papa desea que la Iglesia católica una “el propio
compromiso al que ya llevan a cabo en el campo social las demás Iglesias y
Comunidades eclesiales, tanto en el ámbito de la reflexión doctrinal como en el
ámbito práctico” (EG 183).
De nuevo ha mencionado este “ecumenismo ecológico” en su
encíclica Laudato si’: “Fuera
de la Iglesia Católica, otras Iglesias y Comunidades cristianas –como también
otras religiones– han desarrollado una amplia preocupación y una valiosa
reflexión sobre estos temas que nos preocupan a todos. Para poner sólo un
ejemplo destacable, quiero recoger brevemente parte del aporte del querido
Patriarca Ecuménico Bartolomé, con el que compartimos la esperanza de la
comunión eclesial plena”.
Estas tres
alusiones nos llevan a soñar en un encuentro sobre la comprensión de la Iglesia
y sobre la actuación en el mundo. Que el Espíritu de Dios nos ayude a caminar
hacia la unidad. José-Román Flecha Andrés