LA FAMILIA, ESCUELA DEL MAÑANA
El día 22 de
septiembre de este año 2015 el Papa Francisco se reunió con las familias en la
catedral de Santiago de Cuba. Tras escuchar el texto evangélico de las bodas de
Caná el Papa afirmó que en “las bodas siempre se une el pasado que heredamos y
el futuro que nos espera. Hay memoria y esperanza. Siempre se abre la
oportunidad para agradecer todo lo que nos permitió llegar hasta el hoy con el
mismo amor que hemos recibido”.
Pues bien, Jesús
comienza su vida pública precisamente en una boda, en el interior de una familia, en el seno de
un hogar. Y es precisamente en el seno de nuestros hogares donde continuamente
Él se sigue introduciendo, Él sigue siendo parte. Le gusta meterse en la
familia.
Entra en nuestras casas para mostrarnos el
amor de Dios y ayudarnos a descubrir el Espíritu vivo. Con eso, el Papa explica
en siete puntos la misión educadora de la familia:
• Es en casa donde aprendemos la fraternidad,
la solidaridad y el no ser avasalladores.
• En casa aprendemos
a recibir y a agradecer la vida como una bendición.
• En la casa
aprendemos que cada uno necesita a los demás para salir adelante.
• En casa
recibimos el perdón, aprendemos a
perdonar y a dejarnos transformar.
• En casa no hay
lugar para las «caretas», somos lo que somos y somos invitados a buscar lo
mejor para los demás.
• En el calor del
hogar la fe empapa cada rincón, ilumina cada espacio, construye comunidad.
• En la casa las
personas van aprendiendo a descubrir el amor concreto y operante de
Dios.
En este tiempo todo
nos lleva a separarnos y aislarnos. Con palabras que cita con frecuencia, dijo
que hoy “no se sabe esperar, no se sabe pedir permiso, no se sabe pedir perdón,
no se sabe dar gracias, porque la casa va quedando vacía… de relaciones, de
contactos y de encuentros entre padres, hijos, abuelos, nietos, hermanos”.
Pero la familia nos
salva de dos fenómenos actuales, como la fragmentación y la masificación. “La
familia es escuela de humanidad, que enseña a poner el corazón en las
necesidades de los otros, a estar atento a la vida de los demás. Cuando vivimos
bien en familia los egoísmos quedan chiquitos”.
Pero si no se vive una vida de familia nacen personalidades centradas en
sí mismas, que sólo buscan su interés y no saben de solidaridad, de
fraternidad, de trabajo en común, de amor, de discusión entre hermanos.
No pensemos que las
familias son un problema. Son una oportunidad que tenemos que cuidar, proteger,
acompañar. Es decir, son una bendición.
Dejar tras nosotros un mundo con familias es la mejor herencia. Dios
nos estimula al amor y el amor siempre se compromete con las personas que ama.
Por eso, cuidemos a nuestras familias, verdaderas escuelas del mañana. Cuidemos
a nuestras familias, verdaderos espacios de libertad. Cuidemos a nuestras
familias, verdaderos centros de humanidad.
José-Román
Flecha Andrés