LA OBRA MAESTRA
En las audiencias de los miércoles 15 y 22 de abril de este año 2015, el Papa Francisco, comentando los textos iniciales del Génesis, ha reflexionado sobre la diferencia y la complementariedad entre el hombre y la mujer. He aquí un resumen de su pensamiento.
1. Sólo en el hombre y en la mujer se encuentra la imagen y la semejanza de
Dios. Esa diferencia no justifica la contraposición o la subordinación, sino
que apunta a la comunión y la generación, siempre a imagen y semejanza de Dios.
2. El hombre y la mujer están hechos para escucharse y ayudarse
recíprocamente. Sin esta relación no es posible llegar a entender de verdad qué
significa ser hombre y ser mujer.
3. En este tiempo, la llamada teoría del género trata de cancelar la
diferencia sexual. Pero ignorar la diferencia no es la solución sino el
problema. Para encauzar su relación, el hombre y la mujer deben hablarse más,
escucharse más, conocerse más, quererse más.
4. Debemos hacer mucho más a favor de la mujer, para dar más fuerza a la
reciprocidad entre hombres y mujeres. La mujer ha de ser más escuchada, de modo
que su voz tenga un peso real en la
sociedad y en la Iglesia.
5. La crisis de confianza colectiva en Dios, que genera la incredulidad y
el cinismo, está conectada a la crisis de la alianza entre hombre y mujer. La
comunión con Dios se refleja en la comunión de la pareja humana, mientras que
la pérdida de la confianza en el Padre celestial genera división y conflicto
entre hombre y mujer.
6. El relato bíblico de la creación de la mujer nos dice que Adán es libre y es señor, pero está solo. Con la
creación de la mujer surge la reciprocidad. La mujer no es una «réplica» del
hombre; viene directamente del gesto creador de Dios. El hombre y la mujer son
de la misma sustancia y son complementarios.
7. La mujer es creada mientras el
hombre duerme. Eso significa que la mujer no es una criatura del hombre, sino
del mismo Dios. Por otra parte, para
encontrar a la mujer —y para encontrar el amor en la mujer—, el hombre primero
tiene que soñarla.
8. El pecado genera desconfianza y división entre el hombre y la mujer. Su
relación se verá acechada por mil formas de abuso y sometimiento, de seducción
engañosa y prepotencia humillante, hasta las formas más dramáticas y violentas.
9.
La devaluación social de la alianza estable y generativa del hombre y la
mujer es una pérdida lamentable para todos. Según la Biblia, el hombre debe
dejar a su padre y a su madre para encontrar a la mujer. Ha de comenzar un
nuevo camino. El hombre es todo para la mujer y la mujer es toda para el
hombre.
10. Aunque hayan quedado heridos por el pecado, confundidos y humillados,
desanimados e inciertos, el hombre y la mujer son amados por Dios. El relato bíblico dice que Dios les hizo unas
túnicas de piel y los vistió. Esa imagen
de ternura hacia la pareja ha de guiar nuestros sentimientos y compromisos. Dios mismo cuida y protege su obra maestra.
José-Román Flecha
Andrés