Lunes IV
Hch
11,1-18
Jn
10,1-10 ABRIL 27
En
aquel tiempo Jesús dijo: “Os aseguro que el que no entra por la puerta en el
redil de las ovejas, sino que se mete por otro lado, es ladrón y salteador. El
que entra por la puerta, ése es el pastor que cuida las ovejas. El guarda le
abre la puerta, y el pastor llama a cada oveja por su nombre y las ovejas
reconocen su voz. Él las saca del redil, y cuando ya han salido todas, va
delante de ellas, y las ovejas le siguen porque reconocen su voz. En cambio no
siguen a un extraño, sino que huyen de él porque no conocen la voz de los
extraños”. Jesús les puso esta comparación, pero ellos no entendieron lo que
les quería decir. Volvió Jesús a decirles: “Os aseguro que yo soy la puerta por
donde entran las ovejas. Todos los que vinieron antes de mí fueron ladrones y
salteadores, pero las ovejas no les hicieron caso. Yo soy la puerta: el que por
mí entra será salvo; entrará y saldrá, y encontrará pastos. El ladrón viene
solamente para robar, matar y destruir; pero yo he venido para que tengan vida
y la tengan en abundancia”.
Preparación: El tiempo pascual nos invita a
mirar a Jesús como nuestro Redentor y Salvador. Él es el Buen Pastor que
atiende a su rebaño y lo conduce a buenos pastos. Al mismo tiempo, él nos
invita a cuidar a nuestros hermanos y a mantener la unidad del rebaño.
Lectura: Una visión hizo comprender a Pedro
que también a los gentiles, es decir a los no judíos, les concedía Dios la
conversión que lleva a la vida. En el evangelio se repite la lectura proclamada
en el Domingo IV de Pascua. Los patriarcas hebreos habían sido pastores. El pueblo de Israel había vivido durante
siglos del pastoreo. Así que la imagen del pastor no era desconocida. Jesús se
presenta como el pastor que conoce a sus ovejas y es reconocido por ellas. Él
es también la puerta. Por ella entran las ovejas al atardecer para buscar
refugio en el redil. Y por ella salen en la mañana para ir a buscar alimento en
los lugares del pasto.
Meditación: En la Liturgia de las Horas, se nos ofrecía ayer como lectura una hermosa
homilía de San Gregorio Magno sobre Jesús, el Buen Pastor: “Mirad si sois, en
verdad sus ovejas, si le conocéis, si habéis alcanzado la luz de su verdad. Si
le conocéis, digo, no sólo por la fe, sino también por el amor; no sólo por la
credulidad, sino también por las obras”. Pues bien, también nosotros nos
preguntamos si conocemos al Señor y lo damos a conocer a los demás. La fe, el
amor y las obras demostrarán que realmente lo conocemos.
Oración: Inspirándonos en las palabras de
San Gregorio, dirigimos al Señor nuestra oración: “Señor, ayúdanos a buscar los
pastos que nos prometes, es decir los gozos eternos de un paraíso que no se
marchita, la visión del rostro de Dios, con cuya contemplación la mente se
sacia eternamente”
Contemplación: En el arte cristiano primitivo se
reprodujo con una cierta frecuencia la figura del Buen Pastor, que carga sobre
sus hombros la oveja más débil. Hoy contemplamos esa imagen de Jesús, mientras
escuchamos cómo San Gregorio Magno comenta sus palabras: “Quien entra por mí se
salvará, y podrá entrar y salir, y encontrará pastos. O sea, tendrá acceso a la
fe, y pasará luego de la fe a la visión, de la credulidad a la contemplación, y
encontrará pastos en el eterno descanso. Sus ovejas encuentran pastos, porque
quienquiera que siga al Señor con corazón sencillo se nutrirá de un alimento de
eterno verdor”.
Acción: Hoy podemos dar gracias al Señor porque
nos conoce y nos alimenta con su palabra y su eucaristía.
José-Román Flecha Andrés