1Jn
4,19-5,4: “Quien ama a Dios, ame también a su hermano”
Lc
4,14-22a: “Hoy mismo se ha cumplido esta Escritura delante de vosotros”
ENERO 10
Jesús
volvió a Galilea lleno del poder del Espíritu Santo, y su fama se extendía por
toda la tierra de alrededor. Enseñaba en la sinagoga de cada lugar, y todos le
alababan. Jesús fue a Nazaret, al pueblo donde se había criado. Un sábado entró
en la sinagoga, como era su costumbre, y se puso en pie para leer las
Escrituras. Le dieron a leer el libro del profeta Isaías, y al abrirlo encontró
el lugar donde estaba escrito: “El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me
ha consagrado para llevar la buena noticia a los pobres; me ha enviado a
anunciar libertad a los presos y a dar vista a los ciegos; a poner en libertad
a los oprimidos; a anunciar el año favorable del Señor”. Luego Jesús cerró el
libro, lo dio al ayudante de la sinagoga y se sentó. Todos los presentes le
miraban atentamente. Él comenzó a hablar, diciendo: “Hoy mismo se ha cumplido
esta Escritura delante de vosotros”. Todos hablaban bien de Jesús y estaban
admirados de la belleza de su palabra.
Preparación: Evocando la
parábola del Buen Samaritano, escribía Benedicto XVI en su encíclica Dios
es amor: “La caridad cristiana es ante todo y simplemente la respuesta a
una necesidad inmediata en una determinada situación: los hambrientos han de
ser saciados, los desnudos vestidos, los enfermos atendidos para que se
recuperen y los prisioneros visitados”.
Evidentemente, el texto remite también a la profecía del juicio final.
Con esta imagen en la mente, entramos hoy en oración.
Lectura: • Después de
proclamar que “Dios es amor”, la primera carta de Juan nos exhorta a
insertarnos en la línea del amor que viene de Él y ha de llegar a los demás:
“Quien ama a Dios, ame también a su hermano”. • Según el evangelio de Lucas,
Jesús retorna a la aldea de Nazaret. Entrando en la sinagoga un día de sábado
lee un texto que se encuentra en el libro del profeta Isaías. En él se resume
la misión del futuro Mesías; atender a los que sufren, llevar la buena noticia
a los pobres y proclamar el año de gracia. Un gran jubileo de la reconciliación
que excluya la venganza contra los enemigos. Y Jesús se atribuye ese mensaje: “Hoy mismo se ha cumplido esta Escritura
delante de vosotros”. Pero al asombro inicial siguió muy pronto el rechazo. No
podían creer en él porque pensaban conocerlo bien.
Meditación: Jesús se
presenta ante nosotros como el Mesías prometido. En él se cumplen las antiguas
profecías. Él nos revela la misericordia de Dios y al Dios de la misericordia.
Anuncia un Dios que acoge a todos, sin distinción de clases o de cultura, de
raza o de lengua, de nacionalidad o de ideología. Bien sabemos que nos une lo
simbólico. Lo que nos separa es diabólico. Las gentes de Nazaret querían
controlar a Dios, gozar de su misericordia y ser testigos de su venganza contra
os enemigos. Pero Jesús nos dice que eo tenemos derecho a encasillar a Dios.
Dios es insobornable. Tenemos que estar dispuestos a aceptar al Salvador que
Dios nos envía y cuando Dios nos lo envía.
Oración: Señor, tú
dijiste a la gente de tu aldea: “Hoy se cumple esta escritura delante de
vosotros”. Pues bien, nosotros sabemos que “hoy” es el día de la gracia y de la
salvación. No permitas que ignoremos tu
visita y rechacemos tu mensaje.
Contemplación: En Nazaret
hay un edificio que pretende recordarnos la sinagoga a la que llegó Jesús. Allí
nos acomodamos hoy. Deseamos escuchar su palabra, sin prejuicios y sin defensas previas. Lo contemplamos
como el Mesías de Dios y lo recibimos como nuestro Señor y Salvador. Las
palabras de Jesús nos interpelan. Nadie fuera de él podrá salvarnos. Ni
personas, ni instituciones. Ni líderes ni ideologías. Ni objetos de consumo ni
loterías. Solo Él es el Salvador. Ese es el contenido central de nuestra fe y
de la nueva evangelización. De todas formas, no olvidemos su palabra: “¡Dichoso
aquel que no pierde su confianza en mí!”. Muchos desearían un Mesías a la
medida de sus gustos, un evangelio que aceptara sus caprichos, una Iglesia que
bendijera todas sus decisiones. Para la fe cristiana, es dichoso el que no
coloca su propia idea del Mesías por encima y contra la realidad del Mesías
Jesús.
Acción: Con frecuencia nos
quejamos de algunas personas que no nos prestan la atención que esperamos. Hoy
deberíamos preguntarnos si hay algún hermano que está esperando de nosotros un
gesto de reconciliación y de fraternidad. Por medio de nosotros ha de llegar a
él el amor de Dios.
José-Román Flecha Andrés