MÁRTIRES COBARDEMENTE IGNORADOS
El estreno reciente de la película “Mil
veces buenas noches” ha puesto de nuevo ante nuestros ojos los escenarios de la
guerra, el horror de las personas que en un suicidio ritual saltan por los
aires convertidas en bombas, la miseria de miles de refugiados en campos
miserables.
Es todo un panorama desolador. Pero lo malo
es que esas escenas no son solamente “de película”. Las pocas noticias que nos
llegan de Irak son alarmantes. Miles de hermanos cristianos, por el mero hecho
de serlo, son amenazados de muerte marcando sus puertas como los nazis marcaron
las de los judíos, muchos niños son decapitados sin piedad, muchas mujeres son
violadas y asesinadas. Y muchos otros cristianos han de huir sin rumbo fijo
para caer por el camino, muertos de hambre, de sed y de cansancio.
El domingo, 10 de agosto, después del rezo
del Ángelus, el Papa Francisco recordaba ese genocidio cruel y duramente
planificado: “Queridos hermanos y hermanas, nos dejan incrédulos y desapuntados
las noticias que llegan desde Irak: miles de personas entre las cuales, tantos
cristianos son expulsados brutalmente de sus casas; niños que mueren de sed y
de hambre durante la fuga; mujeres secuestradas; violencias de todo tipo;
destrucción del patrimonio religioso, histórico y cultural”.
Tras esta observación, el Papa clamaba con
voz profética contra esta tremenda masacre: “Todo esto ofende gravemente a Dios
y a la humanidad. ¡No se lleva el odio en nombre de Dios! ¡No se hace la guerra
en nombre de Dios!”.
Finalmente, el Papa nos abría tímidamente un
estrecho ventanuco a la esperanza en un futuro de paz y de justicia: “Agradezco
a quienes con coraje están llevando ayuda a estos hermanos y hermanas, y confío
que una eficaz solución política y a nivel internacional pueda detener estos
crímenes y restablecer el derecho. Para poder asegurarles mejor mi cercanía a
estas queridas poblaciones he nombrado como enviado personal a Irak, al
cardenal Fernando Filoni”.
¿Cómo no vamos a unirnos al Papa en la
oración por tantos miles de víctimas inocentes?
Pero, al mismo tiempo, nos sentimos
indignados ante el silencio cobarde y repugnante de tantos como prefieren mirar
para otro lado. Pensamos en tantas personas que habitualmente se apuntan para
salir a la calle a favor de causas presuntamente justas, mientras que ahora
guardan un silencio cómplice y vergonzoso. Son medios de comunicación que
insisten machaconamente en informar sobre otros desmanes, pero ahora no tienen
una columna para denunciar tanta barbarie. Son gobernantes estatales y
organismos internacionales preocupados por minucias y frivolidades.
Sabemos que este es ciertamente el siglo de
los mártires cristianos. Pero no nos resignamos a contar pasivamente el número
de los sacrificados. Confiamos en la misericordia de Dios. Y esperamos que
brille un rayo de racionalidad y de respeto a la vida en la especie
humana.
José-Román Flecha Andrés