Hch
18,1-8
Jn
16,16-20
En
aquel tiempo dijo Jesús: “Dentro de poco ya no me veréis, pero un poco más
tarde volveréis a verme”. Algunos de los discípulos de Jesús se preguntaban
unos a otros: “¿Qué quiere decir con eso? Nos dice que dentro de poco no le
veremos, y que un poco más tarde le volveremos a ver, y que es porque va al
Padre. ¿Qué significa ‘dentro de poco’? No entendemos de qué está hablando”.
Jesús, dándose cuenta de que querían hacerle preguntas, les dijo: “Os he dicho
que dentro de poco no me veréis, y que un poco más tarde me volveréis a ver;
¿es eso lo que os estáis preguntando? Os aseguro que vosotros lloraréis y
estaréis tristes, mientras que la gente del mundo se alegrará. Sin embargo,
aunque estéis tristes, vuestra tristeza se convertirá en alegría”.
Preparación: En su exhortación Evangelii nuntiandi, el papa Pablo VI
nos alentaba a recobrar “la dulce y confortadora alegría de evangelizar,
incluso cuando hay que sembrar entre lágrimas” (n. 75). No será fácil, como no
lo fue para los discípulos de Jesús. Pero esperamos recibir del Espíritu ese
precioso fruto de la alegría (Gal
5,22).
Lectura: En los Hechos de los Apóstoles se recuerda que en Corinto Pablo predica a
los judíos que Jesús es el Mesías. Rechazado por ellos, se dirige a los
gentiles, es decir a los ciudadanos de religión griega y romana. Muchos de
ellos creyeron y recibieron el bautismo. En el evangelio se recuerda que, aun
veladamente, Jesús anuncia a los discípulos su próxima pasión y muerte, pero
también su resurrección. Anuncios semejantes se encuentran en otros lugares del
mismo evangelio de Juan (7,33 y 14,19). Ambos textos nos llevan a pensar en las
dificultades que conlleva ser discípulos de Cristo
Meditación: Tres puntos se ofrecen a nuestra
reflexión. • La muerte de Jesús no es accidental. Él es bien consciente de la
suerte que le espera, la acepta y la anuncia repetidamente a sus discípulos. •
El mismo Jesús que conocía a Natanael (Jn 1, 48) y a la Samaritana (Jn 4,17-19.29),
conoce también lo que piensan sus discípulos (Jn 6,61.64.71; 13,11) y adivina
sus preguntas, como en este lugar. • La tristeza de los discípulos por la
muerte de Jesús coincide con la alegría de la gente del mundo. Pero para el
creyente en el Señor la tristeza por el Crucificado se convertirá en alegría al
encuentro con el Resucitado.
Oración: Señor Jesús, tú conoces nuestros
pensamientos más secretos y sabes de nuestras dudas. No permitas que nos
apartemos de ti. Y que nuestro desaliento ante la persecución deje paso a la
alegría de saberte presente entre nosotros. Amén.
Contemplación: En este día contemplamos a Jesús
en el escenario de la última cena, rodeado de unos discípulos desconcertados,
que se hacen preguntas sobre la suerte de su Maestro. También nosotros deseamos
conocerlo más y más, como desearíamos conocer mejor los planes de Dios sobre
nosotros mismos. Por eso hacemos nuestras las palabras que escribió San Juan de la Cruz en el Cántico espiritual: “Esta espesura de
sabiduría y ciencia de Dios es tan profunda e inmensa, que, aunque más el alma
sepa de ella, siempre puede entrar más adentro” (36,10).
Acción: Hoy podemos preguntarnos si
podemos ayudar a alguna persona conocida a aliviar su dolor y encontrar razones
para descubrir la alegría.
José-Román Flecha Andrés