UNA ENCÍCLICA SOBRE EL MEDIO AMBIENTE
El
papa Francisco no ha sido el primero en hablar de la responsabilidad del ser
humano con relación al medio ambiente. Pero es el primero que publicó una
encíclica, hace ahora diez años, para invitarnos a respetar la casa común.
1. Según él, “este mundo tiene una grave deuda social con los pobres
que no tienen acceso al agua potable, porque eso es negarles el derecho a la vida, radicado
en su dignidad inalienable… Si tenemos en
cuenta que el ser humano también es una criatura de este mundo, que tiene
derecho a vivir y a ser feliz, y que además tiene una dignidad especialísima,
no podemos dejar de considerar los efectos de la degradación ambiental, del
actual modelo de desarrollo y de la cultura del descarte en la vida de las
personas” (LS 43).
2. Como ya había afirmado Benedicto XVI, “la degradación ambiental y la degradación humana y
ética están íntimamente unidas” (LS 56).
3. La creación del ser humano como imagen y
semejanza de Dios (cf. Gén 1,26) nos muestra la inmensa dignidad de cada persona humana.
La persona no es solamente algo, sino alguien. Así pues, quienes se empeñan en
la defensa de la dignidad de las personas pueden encontrar en la Biblia y en la
fe cristiana los argumentos más profundos para asumir en profundidad ese
compromiso (LS 65).
4. Como
respuesta a una deep ecologie que
suele denunciar un antropocentrismo que considera abusivo e irrespetuoso,
afirma el papa Francisco que, “precisamente por su dignidad única y por estar
dotado de inteligencia, el ser humano está llamado a respetar lo creado con sus
leyes internas. Por esto, debe respetar la bondad propia de cada criatura para
evitar un uso desordenado de las cosas” (LS 69 y 90).
5. Además,
como procurando evitar un pesimismo crítico frente al progreso, el papa
Francisco admite que la técnica puede ayudarnos a vivir con más dignidad y menos
sufrimiento (cf. LS 112).
6. En
realidad, la naturaleza no es algo que pueda ser
separado de nosotros, ni es un mero marco en el que se desarrolla nuestra vida.
No hay dos crisis separadas, una ambiental y otra social. Por eso se requiere
“una aproximación integral para combatir la pobreza, para devolver la dignidad
a los excluidos y simultáneamente para cuidar la naturaleza” (LS 139).
7. Por
otra parte, el reconocimiento de la
dignidad peculiar del ser humano muchas veces contrasta con la vida caótica que
deben llevar las personas en nuestras ciudades y con el abandono que sufren
algunos habitantes de zonas rurales (LS 154).
8. Finalmente,
el papa Francisco afirma que “es
insostenible el comportamiento de aquellos que consumen y destruyen más y más,
mientras otros todavía no pueden vivir de acuerdo con su dignidad
humana” (LS 193).