lunes, 19 de mayo de 2025

REFLEXIÓN - Domingo 6º de Pascua. C 25 de mayo de 2025

 

                                     EL AMOR Y LA PALABRA 

“Hemos decidido el Espíritu Santo y nosotros no imponeros más cargas que las indispensables”. En la ciudad de Antioquia de Siria se reunía un grupo de creyentes procedentes de la cultura y de la religión griega. Algunos hermanos, fieles a las tradiciones, pretendían obligarlos a circuncidarse y pasar previamente por el judaísmo.

 Los apóstoles y los responsables de la comunidad de Jerusalén decidieron que no era justo imponer esa obligación a los nuevos hermanos. Bastaban con que reconocieran a Jesús como el Mesías de Dios. Era preciso armonizar la fidelidad al Evangelio con la flexibilidad para extender ese mensaje a otras culturas (Hch 15,1-2.22-29).

Con razón, la liturgia nos invita a cantar con el salmo responsorial: “Oh Dios, que te alaben los pueblos, que todos los pueblos te alaben” (Sal 66). También los pueblos paganos.

Según el Apocalipsis, la ciudad santa de Jerusalén que desciende de Dios ha de ser la casa común de toda la humanidad (Ap 21,10-14).  

FIDELIDAD Y VALENTÍA

 El mensaje evangélico de este sexto domingo de Pascua evoca de nuevo la última cena de Jesús con sus discípulos (Jn 14,23-29). Nos hace escuchar una declaración de Jesús que suena como su testamento y una profecía que incluye un anuncio y una denuncia.

• “El que me ama guardará mi palabra y mi Padre lo amará, y vendremos a él y haremos morada en él”. Guardar la palabra de aquel que es la Palabra de Dios es un regalo tan gratuito que merece toda nuestra gratitud. Podemos guardar la palabra de Jesús porque el Padre nos ama. Y escuchándola amaremos al Padre y al Hijo, que habitan en nosotros.   

• “El que no me ama no guardará mis palabras”. No escuchamos y guardamos la palabra del Maestro porque no lo amamos de verdad. Así que la prueba de que amamos al Señor es la disponibilidad para escuchar su palabra, la fidelidad para vivir de acuerdo con ella y la valentía para anunciarla al mundo entero.   

LA AYUDA DEL SEÑOR

No debemos desalentarnos. La misión es difícil, pero el Señor está con nosotros. Según el evangelio de este domingo, Jesús nos ofrece su ayuda para recorrer su camino.

* “Que no tiemble vuestro corazón ni se acobarde”. El Maestro era consciente del escándalo que sus discípulos habían de padecer. Por eso los exhortaba a la confianza. Ni la traición de Judas ni la negación de Pedro deberían hacerles perder la esperanza.

* “Que no tiemble vuestro corazón ni se acobarde”. El Maestro anunciaba ya las dificultades que habría de encontrar la comunidad de la Iglesia a lo largo de los tiempos.  A pesar de todo, su Iglesia debería confiar en él para poder superar el temor.  

* “Que no tiemble vuestro corazón ni se acobarde”. El Maestro sabía que el corazón es el símbolo de la interioridad de la persona. En realidad, trataba de alentar a todos los creyentes a aceptar la cruz y dar testimonio de él con generosidad y valentía.   

- Señor Jesús, creemos que tú eres la palabra de Dios, que ha puesto su tienda en medio de nosotros. Te damos gracias por la luz con que nos iluminas y por la fuerza con la que nos ayudas a vencer el desaliento y a caminar con esperanza. 

José-Román Flecha Andrés