SER PARA LOS
DEMÁS
“Vive
Cristo, esperanza nuestra, y él es la más hermosa juventud de este mundo”. Así
comienza la exhortación que el papa Francisco firmó el día 25 de marzo en la
Santa Casa de Loreto.
Se
trata de la habitual exhortación apostólica que los papas suelen publicar
recogiendo las sugerencias de los sínodos episcopales. En este caso, se evoca
el sínodo celebrado en Roma en otoño del 2018 sobre la juventud.
Al
inicio de esta carta, el papa Francisco afirma que Cristo vive y “todo lo que
él toca se vuelve joven, se hace nuevo, se llena de vida”.
Tras
recordar las figuras juveniles que aparecen en la Biblia, se fija por un
momento en María. Recogiendo lo que había dicho en la Jornada Mundial de la
Juventud, celebrada en Panamá, escribe el papa Francisco que llama la atención
la fuerza del “sí” con el que aquella joven de Nazaret respondió al anuncio del
ángel. La respuesta decidida de María no se parece a expresiones habituales
como la que dice: “Vamos a ver qué pasa”. María supo arriesgarse. “María no
compró un seguro de vida”.
Al
ver la lista de jóvenes santos que nos presenta el Papa (nn.51-62), no podemos
olvidar los innumerables jóvenes españoles que han alcanzado la santidad, como
san Pelayo en la antigüedad, los
seminaristas mártires de Barbastro o san Rafael María Arnáiz en el siglo XX.
Muchas
veces decimos que los jóvenes son el futuro de la sociedad y de la Iglesia. El
papa Francisco escribe que los jóvenes son el presente. Es cierto que no
siempre tienen la actitud de Jesús y que son continuamente ideologizados, pero
“en muchos de ellos encontraremos un profundo deseo de una vida diferente” (n.
85).
Con
palabras del P. Pedro Arrupe, el Papa dice al joven de hoy: “Enamórate, o
déjate enamorar, porque nada puede importar más que encontrar a Dios” (n. 132).
Con
frecuencia, hablamos “de” los jóvenes, pero no siempre nos atrevemos a hablar
“con” los jóvenes. Esta exhortación lo intenta de forma constante y abierta,
como cuando escribe: “Así como te preocupa no perder la conexión a Internet,
cuida que esté activa tu conexión con el Señor” (n. 158).
Al
trazar las líneas para una pastoral juvenil, especialmente “popular”, el Papa
cita una vez más a Romano Guardini, según el cual, “en la experiencia de un
gran amor, todo cuanto acontece se convierte en un episodio dentro de su
ámbito” (n.212).
Por
otra parte, si los jóvenes necesitan ser respetados en su libertad, también
necesitan ser acompañados (n. 242). Y esa tarea del acompañamiento implica a la
familia, a la parroquia, a los movimientos eclesiales, a la escuela y a tantas
otras instancias en las que todos nos movemos.
Finalmente,
entre todos hemos de ayudar a los jóvenes a descubrir su propia vocación, es
decir el camino por el que cada uno ha de hacer brotar y crecer todo lo que es
con el fin de “ser para los demás” (n. 258).
José-Román
Flecha Andrés