LIBERTAD Y
VERDAD
“Traigo aquí las primicias de los frutos
del suelo que tú, Señor, me has dado”. Esas son las últimas palabras del “credo”
que el israelita pronunciaba al llevar
al templo las primicias de sus cosechas. A las palabras, el texto añade el
gesto que completa el rito: “Los pondrás ante el Señor, tu Dios y te postrarás
en presencia del Señor, tu Dios” (Dt 26,9-10).
Así pues, a la generosidad del Dios que lo
había liberado de la esclavitud, el pueblo había de responder con la gratitud
de quien reconoce la misericordia de que ha sido objeto. La fe nos dice que solo
Dios es Dios. Solo él puede ofrecer la verdadera libertad. Y solo él merece la
adoración del hombre.
En el salmo
responsorial resuena la promesa de la protección de Dios a los fieles que lo
buscan: “A sus angeles ha dado órdenes, para que te guarden en tus caminos. Te
llevarán en sus palmas, para que tu pie no tropiece en la piedra” (Sal
90,11-12).
Tmbién san Pablo
nos asegura que Dios es el Señor, el único Señor, “generoso con todos los que
lo invocan” (Rom 10,8-13).
LA MENTIRA Y LA
VERDAD
En el primer
domingo de cuaresma meditamos las tentaciones de Jesús en el desierto. Más que aquella
roca pelada que se alza sobre Jericó, el desierto de la cuarentena es la
metáfora de toda una vida, en la que Jesús ha aceptado y vivido su misión.
• En primer lugar,
el demonio presenta a Jesús un medio mágico para superar el hambre. Pero Jesús
sabe sabe y confiesa que el verdadero alimento del hombre es la palabra de Dios,
que da la vida y el sentido para la vida.
• En segundo
lugar, el demonio invita a Jesús a aceptar como un ideal el deseo de alcanzar
el poder y la gloria. Ofrece lo que no posee y lo que no puede dar. Sus
pretendidos regalos no garantizan la libertad. He ahí el contraste entre el
mentiroso y el verdadero.
• En tercer lugar,
el demonio se atreve a citar las palabras del salmo. Pretende que Jesús se deje
caer desde el alero del templo para hacer notar su calidad de Hijo de Dios.
Pero Jesús sabe que no se puede tentar al Señor, para lograr un triunfo
clamoroso.
También para
nosotros, el desierto es la imagen del encuentro con la libertad que Dios nos
concede para que podamos vivir en la verdad (Lc 4,1-13).
LA FE Y LA PRUDENCIA
El papa Francisco
repite una y otra vez que el demonio no es un mito. Las tentaciones de Jesús no
son una leyenda. Reflejan la verdad de su misión. Y la honda verdad de los que
aspiramos a seguirle por el camino. Ante las falsas promesas del demonio, sólo
la verdad de la palabra de Dios nos hace realmente libres.
• “No sólo de pan
vive el hombre”. A lo largo del camino pretendemos saciar nuestra hambre con
alimentos que no pueden sustentarnos. Y
deseamos saciar nuestra sed de libertad con adiciones que nos mantienen como
esclavos.
• “Al Señor tu
Dios adorarás y a él sólo darás culto”. A lo largo del camino, nos fijamos
muchas veces en los medios y perdemos de vista la meta. Adoramos a los ídolos
que nosotros mismos fabricamos. Y después lamentamos la soledad en la que
enfermamos.
• “No tentarás al
Señor tu Dios”. A lo largo del camino tomamos con frecuencia decisiones que nos
llevan al fracaso y después culpamos a Dios de habernos abandonado. Junto a la
virtud de la fe hay que aprender cada día la virtud de la prudencia. No podemos
imponer nuestra voluntad a Dios.
- Señor Jesús, al
principio de esta nueva cuaresma, queremos escuchar la palabra de Dios que tú
repetías al tentador. Que ella nos ayude a mantenernos libres en el camino y
servidores sinceros de la verdad. Amén
José-Román Flecha Andrés