martes, 26 de febrero de 2019

CADA DIA SU AFÁN 2 de marzo de 2019


                                                                               
HÁGALO USTED MISMO

El día 8 de mayo de 1969, san Pablo VI instituyó la  Congregación para el  Culto Divino, para dar forma a la renovación litúrgica deseada y promovida por el Concilio Vaticano II.
Pues bien, dirigiéndose  a la asamblea plenaria de esa institución vaticana, el día 14 de febrero de 2019 el Papa Francisco recordaba algunos hitos históricos de la reforma litúrgica y desgranaba algunas ideas muy importantes. Baste aquí recordar las cinco que parecen más notables:
1.                      No basta con cambiar los libros litúrgicos para mejorar la calidad de la liturgia. Es necesario cambiar el corazón, puesto que  “La liturgia es vida que forma, no idea para aprender”. Así que el aprecio legítimo por las ideas propias no  debe llevar a nadie a enfrentarse con quien no las comparte.
2.                      La realidad de la liturgia es un tesoro viviente, que no puede reducirse a gustos, recetas y corrientes. Es un don que debe ser recibido por todos con gratitud y docilidad y que ha de ser promovido con amor. En realidad, es un alimento insustituible para el crecimiento del Pueblo de Dios.
3.                      En la celebración litúrgica se cae a veces en la tentación de la improvisación o de la espontaneidad. Sin embargo, el papa Francisco observa que la liturgia no es “el campo del hágalo usted mismo”, sino la epifanía de la comunión eclesial. En las oraciones y en los gestos resuena el “nosotros” y no el “yo”; la comunidad real, no el sujeto ideal.  
4.                      Evidentemente, es necesaria una formación continua de quien celebra y de quienes participan en la liturgia. Hay que ayudar al Pueblo de Dios a interiorizar mejor la oración de la Iglesia, a amarla como una experiencia de encuentro con el Señor y con los hermanos y  a redescubrir su contenido y observar sus ritos.
5.                      Bien sabemos que la liturgia ha de llevar a los creyentes a la conversión de la vida. Para conseguir ese fin no basta con cumplir fielmente todos los ritos litúrgicos. Hay que disponerse a comprender el significado del lenguaje simbólico, que incluye el arte, el canto, la música y también el silencio.
Por consiguiente, todos necesitamos profundizar y reavivar nuestra formación litúrgica. No podemos olvidar  que la celebración de la liturgia es el camino principal a través del cual pasa la vida cristiana en cada fase de su crecimiento.
Hay que insistir: la liturgia es un tesoro. Así pues, es un hermoso panorama el que se abre ante nosotros. Según el papa Francisco, todo el Pueblo de Dios ha de redescubrir la belleza de encontrarse con el Señor en la celebración de sus misterios y, a partir de ese encuentro, tener vida en su nombre. 
                                                                 José-Román Flecha Andrés