miércoles, 16 de mayo de 2018

SOLEMNIDAD DE PENTECOSTÉS B 2018

SOLEMNIDAD DE PENTECOSTÉS 2018 -Comentario sonoro)

REFLEXIÓN- SOLEMNIDAD DE PENTECOSTÉS. B 20 de mayo de 2018

LA LLAMA Y SU LENGUAJE
 “Cada uno los oímos hablar de las grandezas de Dios en nuestra propia lengua”. Así concluye la primera lectura que se proclama en la celebración de la misa, en esta solemnidad de Pentecostés (Hech 2,11). Ese era el rumor que corría entre los peregrinos que habían acudido a Jerusalén para la fiesta de Pentecostés.
El texto de los Hechos de los Apóstoles habla de un estruendo como de viento impetuoso y de una especie de llamaradas bajadas del cielo, que se posaban sobre cada uno de los apóstoles. El viento y el fuego son dos fuerzas cósmicas imparables.  Aquí reflejan la fuerza del Espíritu que renueva a los seguidores de Jesús.
Como ha dicho el papa Francisco, “era la llama de amor que quema toda aspereza; era la lengua del Evangelio que traspasa los límites puestos por los hombres y toca los corazones de la muchedumbre, sin distinción de lengua, raza o nacionalidad” (24.5.2015). 
En el salmo responsorial suplicamos a Dios que envíe su Espíritu para repoblar la faz de la tierra (Sal 103). Y escuchando a san Pablo, pedimos que los diversos ministerios inspirados por el Espíritu contribuyan de verdad al bien común de la Iglesia y del mundo (1Cor 12,3-7).    

LOS TRES ENCARGOS

El texto del evangelio que hoy se proclama (Jn  20,19-23) nos lleva hasta la casa en la que los discípulos de Jesús se habían refugiado después de la muerte de su Maestro. Se nos recuerda que habían procurado cerrar las puertas por miedo a los judíos. Pero el Señor llegó de pronto con tres encargos inolvidables
 • En primer lugar, Jesús les mostró las manos y el costado. No se trataba de una ilusión. No era un fantasma. Las llagas que recordaban su pasión eran la prueba de la autenticidad de su misión y su mensaje. Él había entregado su vida y se presentaba como triunfador de la muerte.
• Además, Jesús enviaba a sus discípulos como el Padre lo había enviado a él. Siendo de condición divina, había caminado como un hombre. Y siendo de condición humana, compartía con sus discípulos una misión divina. 
• Finalmente, Jesús entregó el Espíritu Santo a los suyos, otorgándoles la autoridad para perdonar o retener los pecados. No se trataba sólo de un poder. Les comunicaba el don y la responsabilidad del discernimiento sobre el bien y sobre el mal.

LA ALEGRÍA DEL EVANGELIO

El texto evangélico anota cuidadosamente que “los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor”.  No deberíamos olvidar esa anotación.
• Los discípulos de Jesús no se presentaron ante el mundo con el rostro macilento y resignado de los fracasados. A pesar de sus dudas y temores, habían recibido del Señor Resucitado las verdaderas razones para la alegría. 
• La Iglesia de hoy no puede ignorar los sufrimientos que atenazan a tantas personas a lo largo y ancho del mundo. No puede caer en la indiferencia o en la ingenuidad. Tampoco en el fatalismo. No siempre podrá ofrecer satisfacciones, pero puede anunciar la alegría. 
• Con nuestra vida y con nuestra presencia en el mundo, los cristianos queremos dar testimonio de que  “con Jesucristo siempre nace y renace la alegría” (Papa Francisco). 
- Señor Jesús, con tu resurrección tu has convertido nuestro temor en alegría. Que la llama del  Espíritu haga comprensible el lenguaje de amor que nos has confiado. Amén.  
José-Román Flecha Andrés

CADA DÍA SU AFÁN. 19 de mayo de 2018

                                      
ANTE LAS FALSAS NOTICIAS

Hoy somos bombardeados a todas horas por falsas noticias. Las llaman  “fake news”. Unas veces nos mienten inventando una realidad que no existe. Otras veces nos entregan medias verdades. Y tal vez comentan de tal forma la verdad que nos confunden.
Pues bien, ese ha sido el punto de partida del mensaje que el papa Francisco ha publicado con motivo de la 52 Jornada Mundial
 de las Comunicaciones Sociales, creada por Pablo VI, que se celebra el día de la Ascensión del Señor a los cielos.
El Papa señala que las noticias falsas son a veces verosímiles. Captan  nuestra  atención porque se basan en prejuicios y suscitan emociones fáciles. Además, se difunden con rapidez por medio de las redes sociales.   
Muchos de nosotros contribuimos a extender un rumor, que en muy poco tiempo circula como una verdad irrefutable. Pero el juego no es inocente. “El drama de la desinformación es el desacreditar al otro, el presentarlo como enemigo, hasta llegar a la demonización que favorece los conflictos…  A esto conduce, en último análisis, la falsedad”.
 El Papa añade que la desinformación fue ya la estrategia de la “serpiente astuta”. En el relato bíblico, el tentador se acerca a la mujer, fingiendo interesarse por su bien, y comienza con una afirmación verdadera, pero sólo en parte: «¿Conque Dios os ha dicho que no comáis de ningún árbol del jardín?» (Gn 3,1). Dios no había prohibido a Adán comer de todos los árboles, sino solo del árbol del conocimiento del bien y del mal.
Tras analizar el texto bíblico, el Papa concluye que “ninguna desinformación es inocua; por el contrario, fiarse de lo que es falso produce consecuencias nefastas. Incluso una distorsión de la verdad aparentemente leve puede tener efectos peligrosos”.
En realidad, el éxito de la desinformación tiene su raíz en la sed de poder, de tener y de gozar que nos hace víctimas de un engaño tremendo: el del mal que se mueve de falsedad en falsedad para robarnos la libertad del corazón.
De ahí se deduce una importante evidencia: “Educar en la verdad significa educar para saber discernir, valorar y ponderar los deseos y las inclinaciones que se mueven dentro de nosotros, para no encontrarnos privados del bien cayendo en cada tentación”.
Jesús nos dijo que la verdad nos hará libres. Así que la verdad tiene que ver con la vida entera. Librarnos de la falsedad y tratar de tejer buenas relaciones con los demás hará que nuestras palabras y nuestros gestos sean verdaderos, auténticos, dignos de confianza.
  “Por sus frutos podemos distinguir la verdad de los enunciados: si suscitan polémica, fomentan divisiones, infunden resignación; o si, por el contrario, llevan a la reflexión consciente y madura, al diálogo constructivo, a una laboriosidad provechosa”. Es necesario preguntarse si la información que recibimos y pasamos a los demás puede contribuir a la paz.
                                                                    José-Román Flecha Andrés