LOS DOS MANDATOS
“Escucha,
Israel: el Señor nuestro Dios es solamente uno”. Son muy importantes para
Israel esas palabras que contiene el texto del Deuteronomio que hoy se proclama
(Dt 6, 2-6). A esa llamada de atención se unen tres avisos prácticos:
• “Teme al Señor tu Dios”. El temor de
Dios no se puede confundir con el miedo. Dios no se identifica con esos ídolos
que con tanto celo veneramos. Sin el temor a Dios, la idea que de él nos
formamos solo es una proyección de nuestros propios deseos.
• “Guarda sus mandatos y preceptos”. Los
mandatos del Señor no pueden confundirse con imposiciones arbitrarias. Dios nos
ama y quiere lo mejor para nosotros. Sus preceptos son una lámpara para
nuestros pasos (Sal 119,105).
• “Ponlos por obra para que te vaya
bien”. Los mandamientos de nuestro Dios tampoco son principios abstractos o
simples frases para el decorado. Si los ponemos en práctica, llegaremos a encontrar el camino de la armonía integral.
UN ÚNICO AMOR
Un escriba pregunta a Jesús cuál es el
primero de los mandamientos (Mc 12,28-34). Seguramente traía en la mente las
discusiones de las escuelas sobre el tema. Tal vez quería saber a cuál de ellas
pertenecía el Maestro. El escriba se refiere a un solo precepto, pero Jesús le
recuerda dos, que reflejan un único amor.
- En primer lugar, según el Deuteronomio,
es preciso amar a Dios con todo el corazón, con toda el alma y con todas las
fuerzas (Dt 6,5). Frente a la dispersión de los pensamientos, de los
sentimientos y de nuestros compromisos habituales, solo el amor a Dios nos
ayuda a vivir centrados en lo más
importante.
- Además, de acuerdo con el Levítico, es
necesario amar al prójimo como a uno mismo (Lev 19,18). Poner el “tú” al nivel
del “yo” es la auténtica regla de oro. Al final de su vida, Jesús se presentará como
la clave de ese amor: “Amaos unos a
otros como yo os he amado”. Esa es la definitiva superación del egoísmo.
LA VERDAD DEL EVANGELIO
Nos admira la sintonia del escriba, que amplía
y ratifica la propuesta de Jesús. En sus palabras se refleja ya la reflexión y
la experiencia de la comunidad cristiana:
• “El Señor es uno solo y no hay otro
fuera de él”. Nuestro politeismo práctico nos perturba y enloquece. El
verdadero creyente nunca podrá adorar a dos dioses. El corazón que de verdad ama
a Dios no puede estar dividido.
• “Amar a Dios y al prójimo como a uno
mismo vale más que todos los sacrificios”. Un oraculo semejante de Oseas (Os
6,6) encuentra eco en los labios de Jesús (Mt 9,13). El papa Francisco critica
una devoción que no se traduce en servicio a los demás.
• “Tú no estás lejos del Reino de Dios”.
El Reino de Dios es Jesús mismo. Amar a Dios y al prójimo: ese es el resumen de
la vida y del mensaje del Maestro.
- Señor Jesús, tú sabes que pretendemos
identificarnos como tus seguidores apelando a mil signos externos. Nuestras
costumbres nos vuelven cómodos y egoistas. Y las divisiones de los grupos
cristianos nos ahogan. Ayúdanos a descubrir que el doble mandato del amor nos
unirá en la verdad de tu evangelio. Amén.
José-Román
Flecha Andrés