lunes, 8 de octubre de 2018

CADA DÍA SU AFÁN. 13 de octubre de 2018

VALE LA PENA

El miércoles, 3 de octubre de 2018 ha tenido lugar la apertura del Sínodo de los Obispos dedicado a los jóvenes. En su discurso de bienvenida, el papa Francisco ha comenzado diciendo que los jóvenes transmiten una positividad y un entusiasmo capaz de inundar y llenar de alegría, no solo el aula sinodal sino toda la Iglesia y el mundo entero.
 En efecto, los jóvenes que han hecho oír su voz  durante  el tiempo de la preparación del Sínodo ya nos han dado a todos una serie de importantes lecciones que el Papa señala en un párrafo que suena como un poema:
• “Merece la pena sentirse parte de la Iglesia, o entrar en diálogo con ella;
• vale la pena tener a la Iglesia como madre, como maestra, como casa, como familia, y que, a pesar de las debilidades humanas y las dificultades, es capaz de brillar y trasmitir el mensaje imperecedero de Cristo;
• vale la pena aferrarse a la barca de la Iglesia que, aun a través de las terribles tempestades del mundo, sigue ofreciendo a todos refugio y hospitalidad;
• vale la pena que nos pongamos en actitud de escucha los unos de los otros;
• vale la pena nadar contra corriente y vincularse a los valores más grandes: la familia, la fidelidad, el amor, la fe, el sacrificio, el servicio, la vida eterna”.
Así que al Sínodo y a toda la Iglesia le corresponde “la responsabilidad de no desmentirlos, es más, la de demostrar que tenían razón en apostar: de verdad vale la pena, de verdad no es una pérdida de tiempo”.
Sentada esta convicción, en el discurso parece resonar la primera encíclica de Pablo VI, en la que se encuentra una hermosa lección sobre el diálogo.  Pues bien, según el papa Francisco, “solo el diálogo nos hace crecer. Una crítica honesta y transparente es constructiva y útil, mientras que no lo son la vana palabrería, los rumores, las sospechas o los prejuicios”.
 Evidentemente,  esta asamblea del Sínodo dedicada a los jóvenes es una ocasión privilegiada para reflexionar sobre el discernimiento. Como se sabe, es este un tema muy frecuente en el magisterio de Francisco. Pero en esta ocasión,  el Papa nos advierte contra algunos riesgos que implica el trivializar este concepto:
“El discernimiento no es un slogan publicitario, no es una técnica organizativa, y ni siquiera una moda de este pontificado, sino una actitud interior que tiene su raíz en un acto de fe”.
Así es, el discernimiento hunde sus raíces en el terreno fértil de la fe. De hecho, “se funda en la convicción de que Dios está actuando en la historia del mundo, en los acontecimientos de la vida, en las personas que encuentro y que me hablan”.  
Por eso cada uno de nosotros hemos de detenernos a pensar y a preguntarnos qué es lo que Dios desea de nosotros y cuál es la opción que debemos asumir.
                                                                      José-Román Flecha Andrés