LA HORA DE LA
EVALUACIÓN
Al
final del año escolar, en muchos ambientes surgen las preguntas y las dudas
sobre la evaluacion de los escolares. Sobre todo cuando se trata de evaluar la
materia relativa a la enseñanza religiosa. Son muchos los que se preguntan cómo
se puede dar una nota a los alumnos que han cursado la asignatura de religión.
Ante
estas dudas, seguramente es oportuno
recordar una vez más las dos preguntas que Jesús dirige a sus discípulos, allá
por la región de Cesarea de Filipo: “¿Quién dicen los hombres que soy yo? ¿Y
vosotros quién decís que soy yo?” (Mc 8,27.29).
Los relatos de Mateo y de Marcos sitúan estas
preguntas de Jesús en la región de Cesarea de Filipo. Allí se encontraba por
entonces un área sagrada, con pequeños templos dedicados a las divinidades
paganas, cuyos restos pueden verse todavía en la actualidad. Y por allí
brotaban y brotan algunas de las fuentes del Jordán.
Pronunciadas
en aquel lugar, estas preguntas de Jesús podrían evocar en la mente de los
discípulos la figura del profeta Elías, el fuerte defensor de la majestad del
Dios único. De todas formas, las dos
preguntas de Jesús a sus discípulos interpelan a todos sus seguidores, los de
entonces y los de ahora.
•
“¿Quién dicen los hombres que soy yo?” Esta primera pregunta requiere ciertamente
una decidida disposición para la observación y la escucha. Es una pregunta a la
que puede responder quien tenga la suficiente información. También hoy puede
ser respondida por creyentes y por no creyentes. Esta pregunta pueden articular
la enseñanza de la religión, puede “entrar” en un examen y puede ser
evaluada.
• “¿Y
vosotros quién decís que soy yo?” A diferencia de la primera, esta segunda
pregunta de Jesús no apela al conocimiento de los discípulos, sino a su propia
experiencia. No requiere solamente una información especial, sino el testimonio
de una vivencia personal. Jesús pregunta
a sus discípulos quién es él para ellos. Eso equivale a preguntarles por qué le
siguen y cuál es su perspectiva de futuro junto al Maestro.
También
hoy, esta segunda pregunta puede dirigirse a todos nosotros. Pero nunca
podremos responderse por medio de la erudición. Esta pregunta no apela a la
ciencia sino a la creencia; es decir no evoca los “saberes”, sino los “sabores”.
Seguramente será imposible someterla a una evaluación académica.
A
esta pregunta de Jesús responde Simón Pedro, diciendo: “Tú eres el Cristo”.
Pedro reconoce a Jesús como el Mesías, o el Ungido por Dios. Para él, Jesús no
es sólo uno más de los profetas que anunciaban y preparaban la venida del
Mesías.
Con
Jesús llegan los tiempos esperados desde antiguo. Los que lo reconocen como el
Mesías enviado por Dios son sus verdaderos seguidores. Ellos han de tomar la
cruz y seguirle. Esa es la señal de los verdaderos discípulos.