GLORIA Y MISIÓN
“Vi venir
una especie de hijo de hombre entre las nubes del cielo. Avanzó hasta el
anciano y llegó a su presencia. A él se le dio poder, honor y reino Y todos los
pueblos, naciones y lenguas lo sirvieron. Su poder es un poder eterno, no
cesará. Su reino no acabará”. Es bien conocida esa visión del libro de Daniel,
que se lee en esta domingo, fiesta de la Transfiguración de Jesús (Dan
7,13-14).
El poder y la gloria recibidos del Padre se
mencionan también en el texto de la
segunda lectura de este día (2Pe 1,16-19).
En esta
fiesta recordamos un hermoso texto de san Bernardo: “Fíjate primeramente en
aquel monte donde subió con Pedro, Santiago y Juan: allí se transfiguró delante de ellos; su rostro brillaba como el sol y
sus vestidos se volvieron tan blancos como la nieve (Mt 17,2). Es la gloria de la resurrección, que
contemplamos en la montaña de la esperanza. ¿Por qué subió para transfigurarse,
sino para enseñarnos a nosotros a elevar nuestro pensamiento a la gloria que va a revelarse reflejada en
nosotros? (Rom 8,18)”.
LA LUZ Y LA
SOMBRA
Hemos
meditado muchas veces el misterio de a Transfiguración del Señor en el monte. Y
lo hemos imaginado tal vez teniendo ante los ojos el cuadro de Rafael que
preside la Pinacoteca Vaticana.
Hoy leemos
el relato tomado del evangelio según san Mateo (Mt 17,1-9), y nos detenemos
especialmente en un contraste que el texto parece subrayar:.
• El rostro
de Jesús resplandecía como el sol y sus vestidos se volvieron blancos como la
luz. Efectivamente, en Jesús se manifiesta la gloria de la divinidad. El sol
ilumina, pero no podemos fijar nuestros ojos en él. Así es Jesús. Su luz hace
resplandeciente lo que toca. Nos ilumina, pero nunca podremos apropiarnos de ese
resplandor suyo que nos ciega.
• Por otra
parte, los apóstoles elegidos por Jesús están cubiertos con la sombra de una
nube luminosa. El texto parece subrayar esa aparente contradicción. La nube que
envuelve a Pedro, Santiago y Juan no deja de ser luminosa. Sin embargo, en
presencia de Aquel que es la luz, sus seguidores están sumergidos en la sombra.
Siempre habrá mucho que iluminar en nuestra tiniebla.
LA LEY Y
LOS PROFETAS
Finalmente,
a pesar de la sombra que los rodea y de su propio aturdimiento, los discípulos
logran ver algo. Pero no vieron a nadie más que a Jesús solo.
• Moisés y
Elías representaban la Ley y los profetas de Israel. Atestiguaban la humanidad
y la divinidad de Jesucristo. Pero eran sólo eso: precursores y testigos. Ante
la gloria de Jesús, lo anterior no pierde su valor, pero encuentra en él su
sentido.
• Pedro se
muestra atento a los orígenes de su fe. Desearías ser acogedor con respecto a
la lay y los profetas. Quiere preparar para ellos una tienda. Pero no la
necesitan. Su misión se ha cumplido. Y Jesús, tampoco va a permanecer en el
monte de su gloria. Ha de bajar al valle para encaminarse a su pasión.
- Señor
Jesús, gracias a tu resplandor podemos descubrir tu gloria y el sentido de
nuestra misión. Sabemos y creemos que tu luz puede también transfigurar nuestra
existencia, mientras anunciamos tu muerte, proclamamos tu resurrección y
esperamos tu venida. Amén.
José-Román Flecha Andrés