TRES DESAFÍOS SOCIALES
La memoria nos trae documentos
sorprendentes. En uno de ellos se dice
que “existe gran número de causas que en
una sociedad civil relajan los lazos de la disciplina pública y desvían al
pueblo de procurar, como debe, la honestidad de las costumbres”. En concreto, el autor anota los tres males
“mas funestos para el común bienestar, que son: el disgusto de una vida modesta
y activa, el horror al sufrimiento y el olvido de los bienes eternos que
esperamos”
1. En
primer lugar anota que “se desprecian los deberes y las virtudes que deben ser
ornato de una vida oscura y ordinaria”. De esa causa se originan algunos hechos
lamentables: la desobediencia de los hijos a los padres, el desinterés de los
obreros por el trabajo, mientras aspiran a sueldos más altos, y el abandono de
los campos por las gentes que emigran a las ciudades buscando una mayor
comodidad.
En
realidad, todo está desquiciado; “los ánimos están comidos del odio y la
envidia: engañados por falsas esperanzas, turban muchos la paz pública,
ocasionando sediciones, y resisten a los que tienen la misión de conservar el
orden”.
2. En
segundo lugar se observa cómo se rechaza
“todo lo que parece molesto y contrario a nuestros gustos. Pues la mayor
parte de los hombres … se forjan la idea de un Estado donde no habría objeto
alguno desagradable y donde se gozaría de todos los bienes que esta vida puede
dar de sí” .
3. En tercer lugar, se ve que “los hombres de hoy, aunque instruidos en la
fe cristiana, se adhieren en su mayor parte a los bienes fugitivos de la vida
presente, no sólo como si quisiesen borrar de su espíritu la idea de una patria
mejor, de una bienaventuranza eterna, sino como si quisieran destruirla
enteramente a fuerza de iniquidades”.
La
causa de esta actitud es que “en muchos
existe el temor de que el pensamiento de la vida futura pueda destruir el amor
de la patria terrestre y perjudicar la prosperidad de los Estados”. En realidad
se piensa que la esperanza en el más
allá anula la posibilidad de disfrutar de los bienes presentes.
Pero
eso no es cierto. Cuando los bienes terrenos contribuyen al aumento y
recompensa de nuestras virtudes, la prosperidad, la civilizacion y el progreso
de la patria terrestre manifiestan la concordia de las personas y reflejan la
belleza de la patria celestial”.
Llegados
a este punto es hora de revelar que estas observaciones se deben al Papa León
XIII, tan experto en cuestiones sociales. De hecho, se encuentran en su
encíclica “Laetitiae sanctae”, firmada el 8 de septiembre de 1893.
Pero
lo más interesante es que a la vista de estos tres males sociales, el Papa
propone la meditación asidua del Rosario. Al primero de ellos responden los
misterios gozosos, al segundo los misterios dolorosos y al tercero los
misterios gloriosos. ¡Buena lección para el mes de octubre, tradicionalmente
dedicado al Rosario!
José-Román
Flecha Andrés