martes, 9 de junio de 2015

CADA DÍA SU AFÁN 14 de Junio de 2015

                                                     
LA IGLESIA Y LOS POBRES DE HOY

El día 24 de abril de este año 2015, la Conferencia Episcopal Española ha publicado una interesante instrucción pastoral que lleva por título “Iglesia, servidora de los pobres”.
  En la primera parte los obispos recuerdan a los nuevos pobres y las nuevas formas de pobreza que se perciben entre nosotros. Analizan también el fenómeno de la corrupción, que es calificado como un mal moral y evocan finalmente el empobrecimiento espiritual de nuestro pueblo.
 En un segundo momento se analizan cuatro factores que explican esta situación social: el negar la primacía del ser humano, asentarnos en la cultura de lo inmediato y de la técnica, centrarnos solo en la economía, y aceptar la idolatría de la lógica mercantil.
En la tercera parte se recogen seis principios que son el nervio de la Doctrina social de la Iglesia: la dignidad de la persona, el destino universal de los bienes, la solidaridad como defensa de los derechos y promoción de los deberes, la primacía del bien común, el principio de subsidiariedad, y el derecho a un trabajo digno y estable.
 En la cuarta parte la instrucción incluye hasta ocho propuestas que a partir de la luz de la fe pueden ofrecer una esperanza para la situación actual. 1. Promover una actitud de continua renovación y conversión. 2. Cultivar una sólida espiritualidad que dé consistencia a nuestro compromiso social. 3. Apoyarse en la fuerza transformadora de la evangelización. 4. Profundizar en la dimensión evangelizadora de la caridad y de la acción social. 5. Promover el desarrollo integral de la persona y afrontar las raíces de las pobrezas. 6. Defender la vida y la familia como bienes sociales fundamentales. 7. Afrontar el reto de una economía inclusiva y de comunión. 8. Fortalecer la animación comunitaria.
  En la conclusión, los obispos piden perdón por los momentos en que no han sabido responder con prontitud al clamor de los más frágiles y necesitados. Piden al Padre celestial inteligencia y acierto para construir una sociedad más justa. Consideran como sus predilectos a las víctimas de esta situación social. Y desean ser signo de la misericordia de Dios, por medio de la revolución de la ternura a la que nos convoca el papa Francisco.
 Al mismo tiempo agradecen el esfuerzo generoso de las instituciones de la Iglesia, como Cáritas, Manos Unidas y los Institutos de Vida Consagrada, que  concretan el servicio de la caridad con niños, jóvenes, ancianos e inmigrantes. “Tras ellos están las comunidades cristianas, tantos hombres y mujeres anónimos que responden con su interés y preocupación, con su oración y su aportación de socios y donantes”. 
Si la “caridad hay que vivirla no sólo en las relaciones cotidianas sino también en las macro-relaciones sociales, económicas y políticas”, este documento puede orientar la reflexión y la acción de los católicos y también de los diversos grupos y movimientos eclesiales.
                                                                                       José-Román Flecha Andrés