jueves, 21 de mayo de 2015

LECTIO DIVINA- VIERNES 7ª SEMANA DE PASCUA

Viernes VII
Hch 25,13-21
Jn 21,15-19                                                                                                  MAYO 22
Cuando ya habían comido, Jesús preguntó a Simón Pedro: “Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que estos?”. Pedro le contestó: “Sí, Señor, tú sabes que te quiero”. Jesús le dijo: “Apacienta mis corderos”. Volvió a preguntarle: “Simón, hijo de Juan, ¿me amas?”. Pedro le contestó: “Sí, Señor, tú sabes que te quiero”. Jesús le dijo: “Apacienta mis ovejas”. Por tercera vez le preguntó: “Simón, hijo de Juan, ¿me quieres?”. Pedro, entristecido porque Jesús le preguntaba por tercera vez si le quería, le contestó: “Señor, tú lo sabes todo: tú sabes que te quiero”. Jesús le dijo: “Apacienta mis ovejas. Te aseguro que cuando eras más joven te vestías para ir a donde querías; pero cuando seas viejo, extenderás los brazos y otro te vestirá y te llevará a donde no quieras ir”. Al decir esto, Jesús estaba dando a entender de qué manera Pedro había de morir, y cómo iba a glorificar a Dios con su muerte. Después le dijo: “¡Sígueme!”
  
Preparación: En la exhortación apostólica La alegría del Evangelio, el Papa Francisco  señala entre las tentaciones de los mensajeros del Evangelio la acedia egoísta. Esa pereza puede tener varias causas: soñar proyectos irrealizables y no vivir con ganas lo que se puede hacer; pretender que las soluciones lluevan del cielo; apegarse a proyectos o sueños de éxitos imaginados por la vanidad; perder el contacto real con el pueblo; no saber esperar (n. 82). Algo de eso había paralizado a los discípulos de Jesús, hasta que llegó el Espíritu Santo,  cuya venida celebramos en la fiesta de Pentecostés.

Lectura: El procurador Festo ha recibido la visita del rey Agripa. Le informa sobre Pablo, un judío que va hablando de un tal Jesús, ya muerto, de quien él sostiene que vive. Festo no sabe mucho de Pablo. Pero lo que sabe es lo fundamental: que proclama la fe en la resurrección de Jesús. También el evangelio nos remite a lo esencial. Por tres veces Jesús se dirige a Pedro, preguntándole si le ama. A la triple traición del apóstol, responde ahora una triple declaración de amor a su Maestro.

Meditación: “Estando tú, todo es agradable; sin ti todo es enojoso. Tú das sosiego al corazón y segura paz y jubilosa alegría”. Esta oración del alma, que nos dejó Tomás de Kempis en la Imitación de Cristo (3,34) nos conduce también a nosotros a lo esencial de la vida cristiana. Jesús es la fuente de la paz y de la alegría. Nos equivocamos cuando buscamos la serenidad en otras cosas, en otras instituciones o en nuestros propios intereses.

Oración: Oh Dios, por la glorificación de Cristo y la venida del Espíritu Santo nos has abierto las puertas de tu reino. Que estos dones nos muevan a servirte con alegría y a vivir las riquezas de nuestra fe. Amén.

Contemplación: Siete de los discípulos de Jesús han vuelto al lago de Galilea. Es como si hubieran decidido olvidar definitivamente la experiencia que habían vivido al lado de Jesús. Pero Jesús no los ha olvidado a ellos. Lo contemplamos a la orilla del lago, esperando que sus discípulos se acerquen a la orilla. Allí les ha preparado algo de comer. Allí interroga a Pedro sobre su amor y su fidelidad. Y allí le confían el cuidado de su rebaño. Ante esta escena, nosotros nos repetimos que no queremos anteponer absolutamente nada a Cristo, como nos enseña la Regla de San Benito (72,11).

Acción: Hoy podemos leer, una vez más , ese hermoso capítulo 21 del Evangelio según San Juan. Podemos preguntarnos si nos vemos retratados en algún momento en algún discípulo de Jesús.

                                                                       José-Román Flecha Andrés