LA VIRTUD EN SANTO TOMÁS
Hasta hace poco, decir que una persona
era virtuosa parecía una invitación a compadecerla. A muchos les ha extrañado
que un filósofo como Alasdair McIntyre haya puesto de actualidad la reflexión
sobre las virtudes. Y de paso se han asombrado de que su fuente esté en santo
Tomás de Aquino.
1.
Santo Tomás toma las virtudes como el cañamazo para tejer todo el entramado
moral de su reflexión. Gracias a las virtudes se realiza una “modificación del
sujeto”. Por medio de ellas, la persona adquiere unas cualidades que no poseía
y pierde otras que le impedían el alcance de la felicidad. Así se puede decir
que la generosidad reemplaza al egoísmo y el valor supera la timidez.
2. Siguiendo a san Agustín, Tomás de
Aquino afirma que por el pecado original, la naturaleza humana ha quedado
debilitada. Una vez que la armonía original ha quedado resquebrajada, las
fuerzas del alma se dirigen hacia objetivos diversos y contrapuestos. La
persona se encuentra en un conflicto existencial, se podría decir hoy. Pues
bien, la virtud tiende a restaurar la naturaleza herida por el pecado.
3. Tradicionalmente se decía que la
naturaleza había recibido del pecado cuatro heridas. La primera es la herida de
la ignorancia, que aparta a la persona de la verdad y la empuja al error; la
segunda es la malicia, que debilita la voluntad para la adhesión al bien; la
tercera es la debilidad, que aparta a la persona de lo que le parece difícil y
costoso; y la cuarta es la herida de la concupiscencia o el afecto desordenado.
4. Pues bien, la virtud actúa para curar
esas cuatro heridas de la naturaleza que afectan a la persona, mientras que el
pecado las profundiza todavía más. De hecho, el pecado hace perder al alma su
fulgor.
5. Según santo Tomás, la virtud se
adquiere por la repetición de los actos que se orientan al bien. Esa repetición
es ardua y difícil, pero a la larga es eficaz, como la del agua que excava la
roca. Esa orientación al bien es siempre lenta y gradual. Hasta la misma virtud
de la caridad adquiere grados diversos en la persona a medida que avanza hacia
la perfección.
6. La virtud no puede crecer en
extensión, pero sí en intensidad. Por otra parte, las virtudes no aumentan en
sí mismas, sino en la persona que las posee. Pero pueden también disminuir y
hasta perderse, si no se practican como se debiera en relación con su
importancia.
7 En la Suma Teológica, santo Tomás afirma que "la virtud es una
cualidad buena de la mente, por la cual se vive rectamente, de la que nadie usa
mal y que Dios actúa en nosotros sin nosotros”. Según él, la vida moral no se
reduce a ejecutar unos actos independientes, sino que incorpora unos hábitos
virtuosos que, con la ayuda sobrenatural de la gracia, realizan al ser humano y
lo conducen a la felicidad del encuentro con Dios.
José-Román Flecha Andrés