ENSEÑANZA Y RECUERDO
“Lo vieron levantarse, hasta que una
nube se lo quitó de la vista”. Así describe el autor de los Hechos de los Apóstoles
la Ascensión de Jesús a los cielos (Hch 1,9).
La nube es en la Biblia el símbolo
clásico para representar la divinidad. Jesús había caminado con sus discípulos
como un hombre, aunque se monstraba poderoso en obras y en milagros. Pero ahora
se les revelaba a sus discípulos en plenitud la divinidad de su Maestro.
Con
el salmo responsorial, la comunidad que celebra esta fiesta proclama la luz de
esa revelación que ilumina también ahora la vida de los creyentes: “Dios
asciende entre aclamaciones, el Señor, al son de trompetas (Sal 47,6).
Por otra parte, en la carta a los Efesios se ruega a Dios que nos dé a conocer de verdad la esperanza a la que hemos sido llamados (Ef 1,18).
LA BENDICIÓN
En el evangelio de Lucas que hoy se
proclama se nos dice que, mientras Jesús se elevaba hacia los cielos, iba bendiciendo
a sus discípulos (Lc 24,50).
A primera vista, aquel gesto final de
Jesús pudiera ser interpretado como una
despedida un tanto despreocupada y como
el anuncio de una ausencia, que había de ser lamentada a lo largo de los
siglos.
En realidad, aquella bendición del
Maestro era la garantía de su presencia. Él había de acompañar a sus discípulos
a lo largo de la misión que les acababa
de confiar. En su nombre, ellos habían de predicar la conversión y el perdón de
los pecados en todos los pueblos.
Y evidentemente esa tarea propia de la misión que les fue confiada a ellos y nos es confiada también a nosotros requiere la luz y la fuerza que se significan en el gesto de la bendición de Jesús.
ALEGRÍA Y ORACIÓN
Con frecuencia nos peguntamos en qué
estado de ánimo quedarían los discípulos de Jesús después de la Ascensión de su
Maestro a los cielos. El evangelio según San Lucas nos dice que los discípulos
volvieron a Jerusalén con gran alegría y estaban siempre en el templo
bendiciendo a Dios. Dos notas que son aplicables también a nuestra siuación
actual.
• La alegría no puede identificarse con
las satisfacciones inmediatas que buscamos con ansiedad. Esa alegría evangélica
nace de la fe, se sustenta en la esperanza y se contagia a los demás en gestos
concretos de amor y de servicio.
• La permanencia de los discípulos en el
templo recuerda lo que los evangelios cuentan de Jesús. Él acudía a los atrios
del templo para exponer su mensaje. Y los discípulos acuden al templo sabiendo
que la misión que les ha sido encomendada requiere la oración a Dios.
- Señor Jesús, nosotros te reconocemos como nuestro Maestro y nuestro Señor. Te agradecemos que nos hayas elegido para anunciar tu mensaje y para ser testigos de tu misión. Concédenos tu gracia para que podamos ser portadores de alegría en este mundo que parece tan atribulado y tan desalentado. Amén.
José-Román Flecha Andrés