RESURRECCIÓN Y VIDA
“Yo mismo
abriré vuestros sepulcros, y os haré salir de vuestros sepulcros, pueblo mío, y
os traeré a la tierra de Israel”. Este
mensaje de Ezequiel (Ez 37,12) iba dirigido al pueblo que había sido deportado
a Babilonia. El profeta le anunciaba de parte de Dios la promesa de rescatarlo
de la esclavitud y devolverlo a su tierra.
Aunque todavía no se había llegado a asumir y profesar
la fe en la resurrección de los muertos, el lenguaje estaba preparado para
admitir como una resurrección la intervención de Dios a favor de los oprimidos.
Muchos creían ya que Dios es el Señor de la vida. Por eso puede infundir en
ellos su espiritu para que vivan de verdad y para siempre.
El salmo responsorial del domingo 5º de Cuaresma evoca
este poder de Dios sobre la historia y la peripecia humana: “Del Señor viene la
misericordia, la redención copiosa”.
En la segunda lectura que hoy se proclama, san Pablo
subraya el papel de Jesucristo en nuestra resurrección: “Si el Espíritu del que
resucitó a Jesús de entre los muertos habita en vosotros, el que resucitó de
entre los muertos a Cristo Jesús vivificará también vuestros cuerpos mortales,
por el mismo Espíritu que habita en vosotros” (Rom 8,11).
EL DIÁLOGO
Aunque este año se
proclama el evangelio según san Mateo, durante tres domingos de cuaresma leemos
unos relatos de Juan que recogen las imágenes del agua, la luz y la vida. Toda
una catequesis prebautismal que nos invita a meditar sobre el don de una existencia
iluminada por el misterio pascual de Jesucristo.
Al llegar a la
casa de su amigo Lázaro, muerto recientemente, Jesús mantiene con Marta un
diálogo tan profundo como esperanzado. Marta sabe que Dios concederá a Jesús lo
que le pida. Jesús le asegura que su hermano resucitará. Y ella confiesa una fe
que se iba abriendo camino en el pueblo: “Sé que resucitará en la resurrección
en el último día.
Ahí se inserta
la gran revelacion de Jesús: “Yo soy la resurrección y la vida: el que cree en
mí, aunque haya muerto vivirá; y el que está muerto y cree en mí, no morirá
para siempre. ¿Crees esto?” Esa es la pregunta definitiva, la que marca toda
diferencia en el campo de las creencias. Pues bien, Marta cree que Jesús es el
Cristo, el Hijo de Dios, el esperado.
EL SEPULCRO
Pero el diálogo
sobre la vida no ha llevado a Jesús a olvidar que la muerte ha llegado a la
casa de sus amigos. Su pregunta por la sepultura de Lázaro no indica una simple
curiosidad. Sus lágrimas revelan la sinceridad de su amor ante todos los
presentes.
• “Lázaro, sal
afuera”. Esa es la orden que el Señor
de la vida grita con voz potente ante la entrada del lugar donde se ha helado
la esperanza.
• “Lázaro, sal
afuera”. Esa es la invitación que el
Señor de la Iglesia le dirige para que ella abandone su cansancio y somnolencia
y dé testimonio de la vida.
• “Lázaro, sal
afuera”. Ese es el imperativo que Jesús
nos dirige a todos los que vamos arrastranndo una existencia mortecina que no
puede suscitar el entusiasmo.
- Señor Jesús, tú nos has dicho que nadie tiene amor
tan grande como el que da la vida por los amigos. Sabemos que el dar la vida al
amigo determinó que tus enemigos adelantaran la hora de tu muerte. También hoy,
tú que eres el camino, la verdad y la vida, nos rescatas del sepulcro. Bendito
seas, Señor. Amén.
José-Román Flecha Andrés